Raquel Gutiérrez Sebastián es profesora titular del Departamento de Filología de la Universidad de Cantabria, vicepresidenta de la Sociedad Menéndez Pelayo y directora de la revista Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo.
Sus líneas de investigación son la literatura española del s. XIX, en particular, Pereda, Galdós y Marcelino Menéndez Pelayo, las narradoras de la segunda mitad del s. XX y la literatura con imágenes. Es autora de más de 50 artículos y más de 100 capítulos de libros. Ha sido galardonada con el premio de investigación Isabel Torres de la Universidad de Cantabria por su monografía sobre Consuelo Berges en 2021.
Responde a una batería de cinco preguntas, según esquema habitual de esta sección, centradas en el doble perfil sanitario y bibliotecario de Enrique, hermano de Marcelino Menéndez Pelayo.
1.- Enrique era hermano de Marcelino Menéndez Pelayo. ¿Había en su familia algún médico?
Enrique Menéndez Pelayo era menor que Marcelino, que se preocupó de protegerlo y de amparar sus intereses literarios. En su familia hubo un cirujano de tercera clase (la fuente es Vázquez de Quevedo), su abuelo materno, Agustín Pelayo Gómez de la Llanosa. Fue médico también su tío materno, Juan Pelayo, director de cirugía en el Hospital de San Rafael. Este insigne médico ayudó siempre a Enrique y a su regreso de Madrid promovió su entrada como médico en el Hospital de San Rafael.
2.- ¿Qué formación recibió Enrique Menéndez Pelayo, dónde estudió Medicina? ¿Por qué volvió a Santander?
Según parece, Enrique Menéndez Pelayo no tenía especial vocación para ser médico. Estudió Medicina a lo largo de nueve años en las universidades de Valladolid y Madrid, cambiando de una a otra y con notas muy ramplonas, suspendiendo varias asignaturas, en especial las Prácticas clínicas, varias asignaturas de prácticas que le costó mucho aprobar. Precisamente estoy en la Universidad de Valladolid y he podido consultar los expedientes de Marcelino y de Enrique. La evidencia de las malas notas de Enrique se ha hecho patente mirando en los archivos de esta universidad las asignaturas y los resultados en cada una de ellas.
Su vuelta a Santander estuvo motivada por varias razones, creo, pero apunto las razones familiares, el deseo del padre de que volviera a casa para labrarse un futuro. Ya en 1886 encontramos a Enrique trabajando en el catálogo de la Biblioteca de su hermano. Siempre fue consciente de la grandeza de Marcelino, y quiso ayudarle en "mejor obra", la Biblioteca. También estaba preocupado y ocupado con su obra literaria y los intereses médicos tenían en su vida un lugar secundario.
3.- ¿Cuál fue su trayectoria en Santander, qué plazas ocupó como médico?
En principio, Enrique no tenía mucho interés en ejercer la Medicina y su hermano logró de Alejandro Pidal un puesto de oficial auxiliar agregado en la secretaría particular de Obras públicas, en Madrid. Allí estuvo un año. En 1885 vino a Santander porque ya su padre era alcalde y su tío director del Hospital de San Rafael y fue nombrado auxiliar de cirugía en este hospital, y médico titular del mismo en 1888, cuando terminó la carrera de Medicina, gracias, evidentemente, a la influencia de su padre y su tío.
Su escasa vocación como médico se aprecia en las cartas de Marcelino a corresponsales como Gumersindo Laverde. Marcelino indica en ellas que Enrique ha realizado la carrera de Medicina, pero que no tiene ninguna traza de ser médico, aunque sí presenta excelentes dotes literarias.
Fue médico del Hospital de San Rafael desde 1888 hasta 1894, año en el que presentó la renuncia a su plaza.
4.- ¿Cómo vivió Enrique Menéndez Pelayo la epidemia de cólera de 1885?
Según relata Alfonso Ortiz de la Torre en una necrológica de Enrique Menéndez Pelayo publicada en el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo en 1921, cuando se desató el cólera Marcelino Menéndez Pintado, su padre, era alcalde de Santander. Entre las medidas que tomó como alcalde para afrontar la epidemia estuvo crear un hospital y puso a su hijo Enrique a trabar en él, sin cobrar. Las noticias que se tienen de ese momento son escasas, parece que la epidemia fue muy virulenta y dado que Ortiz de la Torre y los biógrafos de Marcelino y Enrique de esa época no ofrecen muchos datos, sino más bien "hagiografías" de ambos, no podemos estar muy seguros. En el artículo que he citado, Ortiz de la Torre escribe que trabajó abnegadamente, que fue felicitado y otras alabanzas, pero esto no me parece muy acorde con su escasa afición al ejercicio de la medicina, con su condición enfermiza y con otros datos que sí he podido contrastar.
5.- ¿Y cómo la explosión del barco vapor "Cabo Machichaco"?
Evidentemente, esta catástrofe fue, para una persona sensible, de naturaleza enfermiza y dedicada a la profesión médica algo muy traumático. Trabajaba en el Hospital de San Rafael, que dirigía su tío Juan Pelayo. Dio testimonio literario de estos sentimientos en su obra Memorias de uno al que no sucedió nada, editadas por Benito Madariaga y analizada por Mario Crespo en su libro Flores en las tapias, una biografía de Enrique Menéndez Pelayo.
Las horas que pasó dedicado al cuidado de los heridos, la incapacidad para atender tanto dolor y tantos muertos, el ambiente horrible de esos momentos, hicieron para Enrique imposible continuar con su tarea como médico, tarea que abandonó para dedicarse a ser el bibliotecario de su hermano y para atender a la familia. Un testimonio inédito y manuscrito de un familiar de Menéndez Pelayo sobre el que estoy trabajando en los últimos meses, confirma que la decisión de Enrique de dejar la medicina se produjo después de su trabajo como médico en la atención a los heridos del Machichaco y se debió al impacto emocional sufrido. Este familiar vivió varias temporadas con los Menéndez Pelayo y conocía íntimamente a Enrique.