Francisco Gutiérrez Díaz es historiador por la Universidad de Cantabria. En la actualidad es Presidente en funciones del Centro de Estudios Montañeses (CEM), sociedad miembro de la Confederación Española de Centros de Estudios Locales (CECEL) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), además de ostentar los títulos de Cronista Oficial de la Región de Cantabria (1934), Institución Consultiva, Asesora y Defensora de su Patrimonio (1990) y Asesor Heráldico de sus Ayuntamientos (1995).
La Casa de Salud Valdecilla pasó a sustituir el año 1929 al antiguo hospital de San Rafael, sito en lo que es hoy sede del Parlamento de Cantabria.
Las preguntas de la presente entrevista "focal", en número de cinco, como ya es norma, están dirigidas a trazar las líneas maestras del hospital de San Rafael y a esclarecer en la medida de lo posible la transición entre este y la Casa de Salud Valdecilla de la que el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla es heredero.
1.- ¿Qué motivó la construcción del hospital de San Rafael y qué papel desempeñó el obispo Menéndez de Luarca?
La dotación hospitalaria con la que contaba Santander a fines del siglo XVIII era a todas luces insuficiente para satisfacer las necesidades de una población que, elevada a cabeza de obispado por el papa Benedicto XIV el 12 de diciembre de 1754 y a la categoría de ciudad por el rey Fernando VI el 9 de enero de 1755, cuyas comunicaciones con Castilla estaban renovadas merced a la inauguración del camino de Reinosa en 1753 y que gozaba del privilegio de comerciar libremente con América desde 1765, había multiplicado el número de sus habitantes en menos de medio siglo. Para cubrir la asistencia clínica de tan importante urbe portuaria existía como único recurso el hospital de la Misericordia, creado en el siglo XVII con la vista puesta en el servicio de un vecindario considerablemente más reducido y con exigencias sanitarias muy distintas a las que la centuria "de las luces" iba imponiendo. De exiguas proporciones e instalación muy precaria, el recinto se alzaba extramuros de la Puebla Vieja, cerca de la iglesia de Consolación, y a él se llegaba desde Becedo ascendiendo una pendiente, vía que todavía hoy conserva el nombre de "cuesta del Hospital".
Evidentemente, se imponía como necesidad ya insoslayable a fines del siglo XVIII la construcción de un nuevo y moderno edificio hospitalario. Pero quien se atrevió a dar el costoso y, por tanto, arriesgado paso de ponerse manos a la obra fue el tercer obispo de la diócesis santanderina, el intrépido y poliédrico personaje que respondió al de por sí complejo nombre de Rafael Tomás Menéndez de Luarca y Queipo de Llano. Él fue quien, sin contar prácticamente con recursos, obtuvo la licencia real para materializar la empresa y consiguió llevarla a cabo en tiempo récord, el año 1791. En homenaje al osado eclesiástico, a través de su santo patrono, el nuevo hospital se llamó "de San Rafael", teniendo en cuenta también que ese nombre significa "medicina de Dios".
No puede dejarse de resaltar el mérito del arquitecto José Alday Fernández, autor de los planos del edificio, quien en su proyecto tuvo presentes ideas higienistas y utilitarias (iluminación, ventilación, abastecimiento de aguas mediante aljibe, etc.) muy influidas por el pensamiento ilustrado. También las proporciones y nobles líneas del recinto revolucionaban los parámetros hasta entonces conocidos y concebidos en un medio urbano como el santanderino, si bien en este aspecto resultó decisiva la actitud del obispo, que rechazó un primer proyecto de menores pretensiones que Alday le presentó y apostó con decisión, sin que le arredrara la carencia de medios económicos, por una construcción de auténtica envergadura.
2.- ¿Qué relación hay entre este obispo y la imprenta en Cantabria?
Mucha, y de gran importancia. A fines del siglo XVIII Santander no contaba aún con imprenta alguna, y casi huelga decir que el resto de la región se hallaba en iguales circunstancias. El obispo Menéndez de Luarca era consciente de la dificultad que a instituciones como el Real Consulado de Mar y Tierra o el propio Obispado, las cuales debían con cierta frecuencia publicar textos impresos, les suponía tener que recurrir a los servicios de talleres situados a gran distancia. También en este caso el prelado asumió la responsabilidad de ser quien pidiera la instalación en Santander de un impresor, ofreciendo incluso un local de la planta baja del Palacio Episcopal, situado entonces en un caserón dieciochesco de la plaza de los Remedios (que se alzaba en el solar en que hoy está el Hotel Coliseum), para taller del oficial. Fue Francisco Javier de Riesgo y Gonzalonera quien respondió al llamamiento, trasladándose desde Palencia en 1792. Una vez logrado el título de impresor perpetuo del Real Consulado con derecho de traspaso a su mujer e hijos y un sueldo anual de 550 ducados, Riesgo editó en 1793 la Guía manual de Santander de Pedro García Diego, primer fruto de la imprenta en la ciudad.
3.- ¿Qué figuras destacaron en el hospital?
En la memoria colectiva, la figura que aparece en primer término cuando se recuerda al hospital de San Rafael es la de Sor Ramona Ormazábal Goicoechea, una guipuzcoana hija de la Caridad que desde 1868 hasta su fallecimiento en 1920 sirvió con abnegación, energía, eficacia y humanitarismo siniguales a la institución, y particularmente a partir de 1888, fecha en que fue nombrada superiora de la comunidad religiosa que atendía al centro, ocupándose de su administración y gestión. En consideración a todo ello, el rey Alfonso XIII le concedería la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia con distintivo morado y blanco, sus restos reposan en el panteón de personas ilustres del cementerio de Ciriego y recientemente el Ayuntamiento de Santander le ha dedicado una placa en el edificio del antiguo hospital, hoy Parlamento de Cantabria.
Diversos doctores destacaron también en San Rafael. Especialmente recordados son algunos de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX como Juan Pelayo España, tío carnal por línea materna de Menéndez Pelayo, que fue director del establecimiento entre 1885 y 1893 y falleció menos de dos meses después de la explosión del Cabo Machichaco; el propio hermano del universal polígrafo recién citado, Enrique Menéndez, facultativo, periodista, dramaturgo y poeta que en sus Memorias de uno a quien no sucedió nada dejó hecha la crónica del impacto que causó en el hospital la referida deflagración; Juan Pablo Barbáchano Laurencín, médico de grandes facultades y bien acreditado prestigio que sirvió por espacio de muchos años en San Rafael y dirigió el centro entre 1905 y 1911, fecha de su muerte; el ilustre doctor Vicente Quintana Trueba, III marqués de Robrero, último director del establecimiento, que cesó en sus funciones el 1 de noviembre de 1931, etc.
4.- ¿Qué momentos críticos vivó el hospital?
Sin duda, el mayormente crítico fue el derivado de la explosión del Cabo Machichaco, acontecimiento que evidenció la incapacidad que el hospital de San Rafael manifestaba, cien años después de su construcción y a pesar de habérsele añadido un piso más (hoy suprimido), para responder adecuadamente a una coyuntura sanitaria extraordinaria, aunque es preciso matizar que ninguna infraestructura, por idónea que fuese, hubiera podido asimilar sin ciertas limitaciones una catástrofe de semejante envergadura.
Aparte de la mencionada, el centro hubo de vivir reiteradas veces, a lo largo de su historia, situaciones que podrían calificarse de excepcionales: la revolución de 1868, que conllevó no pocas víctimas en Santander; las epidemias de cólera de 1834, 1854, 1855, 1865 ó 1885, esta última de especial virulencia; los últimos reveses de la guerra de Cuba en 1897-98; la fatídica gripe de 1918, etc.
5.- ¿Cómo cursó la sustitución del hospital de San Rafael por la Casa de Salud Valdecilla? ¿Se sabe dónde están el archivo o la biblioteca del primero?
Tras la catástrofe del Cabo Machichaco comenzó el largo y complejo proceso que llevaría a la inauguración, 35 años más tarde, de la Casa de Salud Valdecilla. Las causas de la sustitución fueron las mismas que se habían dado en 1791 para cambiar el vetusto hospital de la Misericordia por el de San Rafael: la inevitable adecuación a nuevos tiempos, a nuevas exigencias sanitarias, a un número de habitantes en Santander y provincia multiplicado por muchas cifras...
Sobre el destino que tuvieron el archivo y la biblioteca del establecimiento, cabe decir que al menos la documentación debería conservarse, como la de la antigua Casa de Caridad o de Expósitos que se hallaba inmediata al edificio hospitalario, en el archivo de la Consejería de Presidencia del Gobierno de Cantabria. Y en efecto, allí obra siquiera parte de ella, como los libros de extractos de fe de bautismo de la citada casa correspondientes al periodo 1791-1823. Sin embargo, los libros sacramentales de bautizados en tal institución (4) y en San Rafael (3) entre 1892 y 1928 se hallan actualmente en el Archivo Diocesano de Santander.
Acerca del destino que tuvieron los libros que integraban la biblioteca del hospital no poseo información alguna.